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Pérdidas derivadas de la inseguridad: ¿Un problema solamente económico para las empresas?

Worsp

9/6/20252 min leer

El costo oculto de los robos: lo que las empresas pierden sin verlo

Cuando ocurre un robo en una empresa, la primera reacción suele ser calcular el valor de lo sustraído: mercadería, dinero en efectivo, insumos o maquinaria. Sin embargo, especialistas en seguridad y en seguros coinciden en que el verdadero golpe económico está en los daños colaterales. Según informes del sector asegurador, los costos indirectos pueden superar en hasta un 30 % el valor de los bienes robados.

Más que lo robado

Un robo en una fábrica, por ejemplo, no solo implica la pérdida de una máquina. Significa detener líneas de producción, interrumpir contratos y, en muchos casos, pagar horas extras para recuperar lo perdido. En el caso de los comercios, cada cierre forzado supone ventas anuladas y clientes que migran a la competencia.

A eso se suma un aspecto que rara vez se mide: el impacto en la moral del personal. Trabajar en un lugar donde ocurrió un hecho violento genera desconfianza, miedo y, en algunos casos, ausentismo.

La estadística que preocupa

Los números oficiales marcan un escenario difícil. En 2024 se denunciaron 128 477 robos en la Provincia de Buenos Aires, un aumento del 18 % respecto de 2023 (Infobae). Esto equivale a 15 robos por hora (La Nación), una frecuencia que vuelve muy difícil pensar que las empresas están al margen de la problemática.

Cada robo no solo trae un perjuicio inmediato: deja una secuela en la operación. Un local atacado debe invertir en reforzar vidrieras, cambiar cerraduras o mejorar accesos. Una pyme que pierde mercadería enfrenta demoras en entregas, lo que erosiona la relación con proveedores y clientes.

El efecto dominó

Este fenómeno genera lo que los especialistas llaman “efecto dominó económico”. Un robo en un depósito, por ejemplo, no solo impacta en la empresa damnificada: también afecta a los proveedores que no pueden cobrar a tiempo, a los clientes que no reciben la mercadería y, en ocasiones, a los bancos que financian la operación.

Lo mismo sucede en comercios minoristas: un robo violento puede significar no solo la pérdida de la caja del día, sino semanas de menores ventas por la sensación de inseguridad que queda en el barrio.

Seguridad como inversión

Frente a este panorama, muchas empresas comenzaron a mirar la seguridad desde otra perspectiva. Ya no se trata de un gasto accesorio, sino de una inversión estratégica para sostener la continuidad del negocio.

Los cálculos comparativos son claros: el costo de un servicio de seguridad privada integral suele representar un porcentaje menor al que puede perderse en un solo incidente. De hecho, si una empresa pierde en robos apenas medio punto de su facturación anual, esa pérdida ya es mayor que lo que representa contratar un esquema de protección profesional.

Una conclusión inevitable

La inseguridad, que crece a un ritmo de casi un 20 % interanual en la provincia más poblada del país, obliga a replantear prioridades. Las pérdidas invisibles de un robo pesan más que el botín en sí. Por eso, cada vez más compañías entienden que la prevención no solo protege bienes: también resguarda su reputación, sus vínculos comerciales y la confianza de quienes trabajan en ellas.