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Nuevas tecnologías en seguridad y monitoreo: ¿Una revolución incipiente o una realidad que llegó para quedarse?

En el último tiempo, empujadas por la revolución de la inteligencia artificial, se han comenzado a desarrollar sistemas de monitoreo que son capaces de realizar reconocimiento y análisis de patrones de comportamiento. ¿Es momento de que se masifique su uso?

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9/5/20252 min leer

Monitoreo inteligente: la revolución silenciosa que ya previene delitos

Durante años, la imagen de la seguridad privada estuvo ligada a la figura del vigilador en la puerta de una fábrica o el patrullero que recorría un barrio cerrado. Sin embargo, el avance de la tecnología cambió radicalmente ese paradigma. Hoy, los sistemas de monitoreo inteligente constituyen una herramienta central en la prevención del delito, tanto en la esfera pública como en la privada.

En la última década, cámaras de videovigilancia con análisis en tiempo real, software capaz de reconocer patrones de movimiento y sistemas automáticos de lectura de patentes dejaron de ser exclusivos de grandes ciudades del mundo para instalarse en Argentina, en particular en parques industriales, shoppings y complejos logísticos.

De observar a anticipar

Lo que antes era una simple visualización de cámaras se convirtió en un sistema predictivo. Gracias a la inteligencia artificial, hoy es posible diferenciar entre una actividad rutinaria —como un empleado que ingresa en su horario— y una situación anómala, como una persona merodeando fuera de hora o un vehículo detenido en la entrada de un depósito sin autorización.

El valor de esta transformación es que el sistema no solo “ve”, sino que interpreta y alerta. Esto permite actuar en los primeros segundos de un evento, un factor decisivo para evitar que un intento de intrusión termine en un robo consumado.

Impacto comprobado

La experiencia internacional y local respalda estos cambios. Diversos estudios de la industria de la seguridad señalan que las empresas que implementan monitoreo inteligente reducen los incidentes delictivos en porcentajes que oscilan entre el 40 % y el 60 %. En otras palabras, casi la mitad de los hechos que ocurrirían en un esquema tradicional pueden ser neutralizados antes de que se materialicen.

Además, el uso de monitoreo inteligente contribuye a optimizar los recursos humanos: en lugar de depender de grandes dotaciones de personal en sitio, se puede cubrir un área más amplia con menos guardias presenciales, pero mejor coordinados gracias al apoyo tecnológico.

Casos concretos

Un ejemplo claro se ve en los centros de distribución de cadenas de supermercados. Allí, los sistemas de monitoreo inteligente no solo alertan ante intentos de robo externo, sino también frente a irregularidades internas, como la salida no autorizada de mercadería. En un parque industrial del conurbano bonaerense, la implementación de cámaras con detección de movimiento fuera de horarios laborales permitió reducir en un año un 55 % los intentos de intrusión.

Estos resultados muestran que el beneficio va más allá de la prevención de pérdidas materiales: también protege la continuidad del negocio, evita interrupciones y reduce la conflictividad con aseguradoras.

De gasto a inversión

En un contexto de inseguridad creciente, donde según cifras oficiales en la Provincia de Buenos Aires se producen 15 robos por hora (La Nación), la incorporación de sistemas inteligentes de seguridad deja de ser opcional.

El análisis económico es claro: lo que una empresa invierte en monitoreo suele ser entre un 30 % y un 40 % menor que las pérdidas provocadas por un solo robo significativo. Y esa diferencia se amplifica cuando se consideran los costos indirectos, como la interrupción de la producción, la suba en primas de seguros y la pérdida de confianza de empleados y clientes.

Una revolución silenciosa

La verdadera revolución del monitoreo inteligente radica en que opera de manera silenciosa, sin alterar la rutina de las empresas pero con un nivel de efectividad que transforma la prevención. A diferencia de otras inversiones, en este caso la ecuación es inmediata: cada robo evitado equivale a ganancias preservadas.

Por eso, cada vez más compañías ven a la seguridad inteligente no como un gasto inevitable, sino como una inversión estratégica que protege su rentabilidad y su futuro en un entorno cada vez más complejo.